lunes, 27 de abril de 2009

TOMAS ELOY MARTINEZ: "Para mí, los personajes son seres vivos, los oigo respirar"

La nueva novela de Tomás Elloy Martínez, Purgatorio, habla del reencuentro amoroso luego de la última dictadura militar.

Por: Héctor Pavón

Tomás Eloy Martínez, mangas de camisa arremangadas, da pasos lentos pero amables y firmes para servir café con medialunas mientras muestra orgulloso su libro Purgatorio (Alfaguara) recién impreso. Es una novela en la que él mismo es un personaje fundamental y donde el reencuentro de un hombre y una mujer 30 años después, cruzados y condenados de forma perpetua por la dictadura militar, tiene formas oníricas.

Tomás Eloy también se ha reeencontrado con una nueva versión de sí mismo, viene de un período duro en el que ha luchado con esa enfermedad que lo ha sometido a dos operaciones y a un tratamiento quincenal que suele restarle fuerzas. "Felizmente no me daña la facultad de pensar ni la de crear, pero, naturalmente, me cansa y me lleva a descansar más." El autor de Santa Evita, La pasión según Trelew, El vuelo de la reina, El cantor de tango, entre otras obras, no les teme a los fantasmas. De hecho, los nombres de los médicos que aparecen en la novela son los de quienes lo tratan en una clínica de Estados Unidos. Lejos de las pesadillas, habla del Purgatorio pasado.

'Qué valor tienen para usted los sueños, cuánto lo inspiran?

Soñé a Emilia Dupuy (la protagonista) que llegaba a un bar en New Jersey y veía al hombre amado que había desaparecido mucho tiempo atrás. Anoté esa imagen y también me quedó un enigma difícil de resolver, que es que ella sabe que este hombre está idéntico al momento en que ella dejó de verlo en el momento en que se separaron, cuando ella cree que él la había abandonado.

'Cómo es la relación que viven los personajes de su novela?

Por lo general, tanto en cine como en literatura, los encuentros amorosos son dispares, desparejos y el hombre suele ser mayor que la mujer. Quería que en este caso sucediera a la inversa y ella tuviese la ocasión de disfrutar un amor pleno con alguien más joven. Y me planteaba eso como una reivindicación de mi personaje femenino, que tenía que encontrar alguna forma de felicidad. Para mí, los personajes, una vez que nacen, se convierten en seres vivos, a los que oigo respirar, son seres a los que veo, que asumen su carnalidad.

'Cómo fue construir al escritor que aparece como personaje en la novela? 'Es totalmente usted?

Nunca un personaje es totalmente uno mismo. Tiene muchas cosas de mí, sí. En realidad, el personaje era un vecino en New Jersey, lo vi en la construcción del personaje mismo, en mi imaginación y en el supermercado del pueblo donde vivo, era mi vecino en ese pueblo. Y Emilia también es una vecina y tenía que advertirle que estaba escribiendo una novela sobre ella, sobre su historia. Y de paso preguntarle más sobre ella. En EE.UU. hay que pedir permisos escritos a las personas citadas. La casa de mapas que describo es una casa de mapas real, que me dio su permiso para usarla como escenario de la novela. También la peluquería, la farmacia. Les dije: "Mire, van a ser personajes de esta novela". Todos saben en el pueblo que soy novelista. Y esperan el libro, que va a ser traducido.

Más allá de esta presencia suya en algunos aspectos de ese personaje, 'se puede pensar la novela como una autobiografía?

No. Bueno, hay datos deliberadamente personales como por ejemplo los nombres de mis médicos. Pero no es una autobiografía, no hay ninguna historia personal, ni ninguna relación con lo personal en el nudo de la historia misma. No tengo nada que ver con eso. Lo único autobiográfico es mi ausencia del país durante todo ese tiempo del exilio, y el hecho de que los lugares que Emilia recorre son los que yo recorrí durante mi exilio, con excepción de México, donde estuve mucho después, y no viví durante el exilio.

'Qué tan grande fue el esfuerzo de imaginar esa Argentina bajo dictadura sin estar aquí?

Tan grande como la melancolía que siento por no haber vivido eso. Para mí era una cuestión de vida o muerte: yo no había vivido ni un solo día de la dictadura porque a mí me expulsó y me condenó a muerte López Rega. Y siempre pensaba qué hubiera sido de mí en la Argentina si me quedaba. Y reconstruir esta vida que hubiera podido tener, a través de mis personajes, era para mí una manera de reinsertarme, de imaginar la vida que pude haber tenido aquí si me hubiera quedado. La dirección de la novela es otra. En verdad, se trata de mostrar de qué modo esta sociedad vuelve la mirada hacia otro lado y contribuye a que el horror se ahonde.

Fuente: Revista Ñ

Más sobre Tomás Eloy: Así en el lenguaje como en las ideas

El testimonio del periodista Rogelio García Lupo.

El periodista Rogelio García Lupo, uno de los maestros de esta profesión, premio Rodolfo Walsh por la Universidad de La Plata, premio Nuevo Periodismo Iberomaericano y a punto de recibir en la Feria del Libro el Premio Trayectoria definió ayer para Clarín el perfil profesional e intelectual de Tomás Eloy Martínez: "Tomás Eloy -dijo- pertenece a esa raza de periodistas que, como Gabriel García Márquez, también se singularizan por sus libros"

Para García Lupo "Martínez es un escritor de largo aliento que ha comenzado por el periodismo y que nunca lo ha abandonado. El trabajo con el lenguaje tanto literario como periodístico ya es, en su caso, un legado. Es un hombre del cuidado del lenguaje y un productor de ideas, como ha quedado demostrado en sus libros".

García Lupo, también editor y autor de rigurosos ensayos periodísticos, repasa que Martínez emprendió investigaciones de alto riesgo, como la de La Masacre de Trelew en los años 70 y cuenta con logros como su difundida entrevista a Juan Perón. Por la profesión asumió riesgos personales y su obra ya se emparenta con la mejor literatura política ".


Fuente: Revista Ñ

Tomás Eloy Martínez recibió el premio Ortega y Gasset de periodismo


El diario El País, de España, le otorgó el premio por su trayectoria profesional y el jurado lo alabó como "maestro de reporteros" y ejemplo de la excelencia.

Por: Héctor Pavón

"Es un premio a la persistencia", dice y se ríe de sí mismo Tomás Eloy Martínez horas después de haber recibido el llamado desde España que le anunciaba que había sido premiado con el Premio Ortega y Gasset a la Trayectoria Profesional, conocido como el "maestro de reporteros" y que otorga el diario El País.

"Me premian por el tiempo que uno está en un sitio haciendo las mismas cosas, tengo 50 años de profesión" dice con tono humilde y la voz cansada. No lo han dejado en paz, el teléfono no deja de sonar desde todo el mundo y le llegan mails de felicitaciones de todo aquel que alguna vez lo conoció o lo leyó.

El autor de Santa Evita, La novela de Perón, El vuelo de la reina y Purgatorio -entre otros títulos- vió reconocida "su larga experiencia", según el jurado del Premio Ortega y Gasset, en la faceta de periodista. Esa que lo llevó a escribir libros fundacionales en el periodismo latinoamericano como La pasión según Trelew o Las vidas del general. Tomás Eloy comenzó su carrera en el periodismo como corrector de pruebas en el diario La Gaceta de Tucumán, en la provincia donde nació. Después vinieron las crónicas políticas, de temas universitarios, internacionales "fui saltando de un lado a otro", dice.

Esta mañana recibió el llamado telefónico de Juan Luis Cebrián, fundador del diario El País quien lo invitó a recibir el premio en Madrid el 18 de mayo. "Me felicitó y le dije que iría si la salud me lo permitía". Y agrega: "Me dijo que era un premio a la trayectoria y yo le contesté que era un premio a un sobreviviente".

"Maestro de reporteros y ejemplo de excelencia en una de las carreras de periodismo más brillantes en lengua castellana", dice el acta de anuncio del premio español en el rubro Trayectoria.

El autor de El cantor de tango recibe este premio en un momento en que el periodismo y los periodistas se encuentran en plena transformación a partir de las innovaciones tecnologicas. "Creo que todos los cambios del periodismo deben estar ceñidos a dos ejes que son la responsabilidad y la calidad de la investigación. La responsabilidad para encarar la información y la calidad de la investigación para cumplir con el lector. Todos los problemas, los desafíos se pueden superar con una imaginación fértil y brillante".

Las épocas han cambiado, no sólo la tecnología ha transformado esta profesión; también los lectores y los periodistas lo han hecho. "Yo nací con el corset de hierro que era la pirámide invertida y junto con otros la violentamos con la narración. Ahora hay formas distintas, hay gente con una inmensa imaginación que puede sortear estos obstáculos sin mayores problemas", dice un poco agitado.

- ¿Qué fue lo primero que pasó por su mente cuando lo llamaron para darle la noticia?

- Me remonté a mis comienzos, pensé en mis primeros días de corrector. Allí tuve la fortuna de compartir la mesa con un filósofo, una escritora, fue una gran escuela de periodismo. En ese entonces estudiaba letras y compartía el mundo que traía de la facultad con el que mis compañeros ponían en evidencia, eran intercambios muy valiosos.

Los Premios Ortega y Gasset, creados por el diario "El País", en honor al filósofo español, distinguen anualmente los mejores trabajos periodísticos publicados en castellano en todo el mundo y tienen una recompensa económica de 15.000 euros en cada categoría, además de una obra conmemorativa de Eduardo Chillida.

El jurado de esta 26° edición estuvo presidido por el filósofo y académico de la lengua Emilio Lledó.

- ¿Y cuándo, cómo, nació el narrador que une al periodista con el escritor?

- Yo sabía a los ocho, nueve años que quería ser escritor. Un día llegó un circo al pueblo, me escapé y volví deslumbrado con una muchachita, vestida de mariposa. Me enamoré. Llegué muy tarde a casa, encontré a mis padres desesperados, buscándome con la policía, por los hospitales. Entonces, me impusieron una penitencia: no podía oír historias ni leer libros ni ir al cine durante un mes. Estaba tan desesperado que dije: voy a contarme una historia a mí mismo. Me inventé una historia en la que un chico, al cual sus padres castigan, se escapa de la vigilancia familiar metiéndose dentro de una estampilla. Y así conocía el mundo. Cuando terminé la historia, a mi madre la sorprendió; la vio, la leyó y me dijo: "Tomás, ¿qué es esto?", y le dije: "Es una historia que escribí para contarme a mí mismo un cuento, porque ustedes no me permiten leer cuentos, ni ver películas, ni que me cuenten historias. Entonces, le dijo a mi padre: "Hay que quitarle la penitencia, porque lo que está haciendo es más peligroso que lo que le prohibimos".

Fuente: Revista Ñ