La nueva novela de Tomás Elloy Martínez, Purgatorio, habla del reencuentro amoroso luego de la última dictadura militar.
Por: Héctor Pavón
Tomás Eloy Martínez, mangas de camisa arremangadas, da pasos lentos pero amables y firmes para servir café con medialunas mientras muestra orgulloso su libro Purgatorio (Alfaguara) recién impreso. Es una novela en la que él mismo es un personaje fundamental y donde el reencuentro de un hombre y una mujer 30 años después, cruzados y condenados de forma perpetua por la dictadura militar, tiene formas oníricas.
Tomás Eloy también se ha reeencontrado con una nueva versión de sí mismo, viene de un período duro en el que ha luchado con esa enfermedad que lo ha sometido a dos operaciones y a un tratamiento quincenal que suele restarle fuerzas. "Felizmente no me daña la facultad de pensar ni la de crear, pero, naturalmente, me cansa y me lleva a descansar más." El autor de Santa Evita, La pasión según Trelew, El vuelo de la reina, El cantor de tango, entre otras obras, no les teme a los fantasmas. De hecho, los nombres de los médicos que aparecen en la novela son los de quienes lo tratan en una clínica de Estados Unidos. Lejos de las pesadillas, habla del Purgatorio pasado.
'Qué valor tienen para usted los sueños, cuánto lo inspiran?
Soñé a Emilia Dupuy (la protagonista) que llegaba a un bar en New Jersey y veía al hombre amado que había desaparecido mucho tiempo atrás. Anoté esa imagen y también me quedó un enigma difícil de resolver, que es que ella sabe que este hombre está idéntico al momento en que ella dejó de verlo en el momento en que se separaron, cuando ella cree que él la había abandonado.
'Cómo es la relación que viven los personajes de su novela?
Por lo general, tanto en cine como en literatura, los encuentros amorosos son dispares, desparejos y el hombre suele ser mayor que la mujer. Quería que en este caso sucediera a la inversa y ella tuviese la ocasión de disfrutar un amor pleno con alguien más joven. Y me planteaba eso como una reivindicación de mi personaje femenino, que tenía que encontrar alguna forma de felicidad. Para mí, los personajes, una vez que nacen, se convierten en seres vivos, a los que oigo respirar, son seres a los que veo, que asumen su carnalidad.
'Cómo fue construir al escritor que aparece como personaje en la novela? 'Es totalmente usted?
Nunca un personaje es totalmente uno mismo. Tiene muchas cosas de mí, sí. En realidad, el personaje era un vecino en New Jersey, lo vi en la construcción del personaje mismo, en mi imaginación y en el supermercado del pueblo donde vivo, era mi vecino en ese pueblo. Y Emilia también es una vecina y tenía que advertirle que estaba escribiendo una novela sobre ella, sobre su historia. Y de paso preguntarle más sobre ella. En EE.UU. hay que pedir permisos escritos a las personas citadas. La casa de mapas que describo es una casa de mapas real, que me dio su permiso para usarla como escenario de la novela. También la peluquería, la farmacia. Les dije: "Mire, van a ser personajes de esta novela". Todos saben en el pueblo que soy novelista. Y esperan el libro, que va a ser traducido.
Más allá de esta presencia suya en algunos aspectos de ese personaje, 'se puede pensar la novela como una autobiografía?
No. Bueno, hay datos deliberadamente personales como por ejemplo los nombres de mis médicos. Pero no es una autobiografía, no hay ninguna historia personal, ni ninguna relación con lo personal en el nudo de la historia misma. No tengo nada que ver con eso. Lo único autobiográfico es mi ausencia del país durante todo ese tiempo del exilio, y el hecho de que los lugares que Emilia recorre son los que yo recorrí durante mi exilio, con excepción de México, donde estuve mucho después, y no viví durante el exilio.
'Qué tan grande fue el esfuerzo de imaginar esa Argentina bajo dictadura sin estar aquí?
Tan grande como la melancolía que siento por no haber vivido eso. Para mí era una cuestión de vida o muerte: yo no había vivido ni un solo día de la dictadura porque a mí me expulsó y me condenó a muerte López Rega. Y siempre pensaba qué hubiera sido de mí en la Argentina si me quedaba. Y reconstruir esta vida que hubiera podido tener, a través de mis personajes, era para mí una manera de reinsertarme, de imaginar la vida que pude haber tenido aquí si me hubiera quedado. La dirección de la novela es otra. En verdad, se trata de mostrar de qué modo esta sociedad vuelve la mirada hacia otro lado y contribuye a que el horror se ahonde.
Fuente: Revista Ñ
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