La Argentina de la exclusión: ¿una sensación?
Entre 2005 y 2006 se creó la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia y comenzó a funcionar el Consejo Federal de Niñez, Adolescencia y Familia para garantizar la educación de aquellos niños que estaban en situación de calle. Nota de Opinion: Marcela Varela
La justicia social surgió a mediados del siglo XIX para referirse a la necesidad de lograr un reparto equitativo de los bienes sociales.
En una sociedad justa se respetan los derechos humanos y se implementan políticas que tiendan al desarrollo de las clases menos favorecidas.
Una lectura cotidiana de la realidad socioeconómica y política de los últimos tiempos, amerita una pregunta: ¿desde qué nosotros pensar la justicia social?
Para quienes las políticas implementadas por el actual gobierno son un presagio de una Argentina en crecimiento; la justicia social es una realidad que el kirchnerismo hizo posible. En cambio para sus detractores, la tan anhelada justicia social es un ideal irrealizable.
Sin embargo, el gobierno Nacional hizo de aquélla, su caballo de batalla. Le sirvió para que cierto sector de la sociedad confiara a ciegas en un modelo de Estado que viene a corregir en apariencia, los deslices de la política de los años ´90.
Este nuevo modelo de Estado a través de políticas tales como, la Asignación Universal por Hijo, el afianzamiento del empleo formal, las pensiones a madres de más de siete hijos, el seguro de desempleo y jubilación, buscó compensar las desigualdades que surgen en el mercado y en otros mecanismos propios de la sociedad.
Entre 2005 y 2006 se creó la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia y comenzó a funcionar el Consejo Federal de Niñez, Adolescencia y Familia para garantizar la educación de aquellos niños que estaban en situación de calle.
También se alcanzó los estándares internacionales de inversión educativa a través de la Ley 26.075 de Financiamiento Educativo.
Todo parece indicar que en nuestro país, la justicia social, más allá de los tintes políticos, es una realidad evidente.
Sin embargo, por la 9 de Julio, por Avenida de Mayo, por Retiro y Once y Constitución hay personas de distintas edades que duermen en la calle.
Y seguimos nuestro recorrido. Vemos como la ancianidad muere de pié como los árboles. Y hablás con “el otro”; un vecino, un ciudadano, un alguien que se queja: “la plata no me alcanza”; “no consigo trabajo”; “tuve que dejar la facultad porque no tengo guita y mi viejo está sin laburo”; “tengo seis pibes y a mi marido lo dejaron sin empleo porque cerraron la fábrica, no sé qué les voy a dar de comer”.
Y te subís al colectivo. Ese otro te persigue como una sombra; pero te das cuenta que son hombres de carne y hueso; son argentinos que se quejan: “dicen que no hay inflación, y las cosas aumentan todos los días”; “la gente llama al ministerio para preguntar por la tarjeta de los alimentos, pero es el banco el que tiene que darles una respuesta”; “estamos frente a la Gobernación porque en campaña nos prometieron alimentos para los comedores, hace meses que no recibimos nada y no tenemos para darles de comer a nuestros chicos”.
Esos “otros”, no son los medios de comunicación que hacen de las sensaciones un mundo. No, esos “otros” son como usted, como nosotros. Son los argentinos de la democracia que aún no conocen los beneficios de la justicia social.
Fuente: www.realidad-argentina.com.ar
Fuente: www.realidad-argentina.com.ar
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